Un producto que no debería estar en tu dieta

Cuando hablamos sobre qué debemos comer y qué no, se produce una mezcla de todo: ciencia, opiniones, preferencias, individualidad, creencias, influencias, etc.; por lo que hablar de alimentación es un tema con muchas perspectivas diferentes y nos puede conducir a un hoyo negro en el que es difícil encontrar el consenso.

Dicho esto, hay un elemento sobre el que cada día más profesionales de la salud están de acuerdo: los aceites vegetales de canola, soya, maíz y girasol son un veneno para nuestro cuerpo. Y aunque no está en forma de aceite, a esta lista se suman las margarinas; que se obtienen a partir de estos aceites.

Algo que realmente preocupa en cuanto a la utilización de estos productos, es que son de consumo masivo y es con lo que un gran número de personas cocina diariamente. 

Estos aceites refinados son la razón principal por la que comer en la calle generalmente no es saludable; ya que sin importar eso que comas, si fue cocinado en uno de estos aceites creará inflamación en tu cuerpo.

Esto no significa que nunca puedes ingerir estos aceites si te toca comer en la calle un día y se te antoja algo. En pequeñas cantidades y de manera ocasional, tu cuerpo siempre sabrá qué hacer ante la presencia de estas sustancias. Una alimentación adecuada se trata de tomar buenas decisiones en un 85% de las veces, y darte el permiso de jugar con ese 15% restante.

Genera mucha curiosidad que algunas asociaciones médicas reconocidas sigan recomendándolos; lo que causa mucha confusión al momento de tomar una decisión (cuando los intereses comerciales y las prácticas médicas van de la mano debemos cuestionar).

También es confuso leer las grandes etiquetas de estos productos que dicen “libre de colesterol y ricos en omega 6”; porque:

  1. Ya sabemos que la principal causa de todos las condiciones de salud generadas por el síndrome metabólico tienen que ver más con la ingesta de azúcar que con la de grasa.

  2. Ningún producto que provenga de fuente vegetal puede tener colesterol, pues éste sólo proviene de fuentes animales. 

  3. Aunque nuestro cuerpo necesita omega 6, es muy importante la calidad de la fuente (evitar fuentes con grandes procesos químicos) y mantener la proporción adecuada en cuanto al omega 3, que por lo general es más escaso en nuestra dieta.

Es importante mencionar, que uno de los principales motivos para evitar la comida procesada (esa que viene empacada en fundas, cajas, latas, etc.) es que una gran parte de ella contiene este tipo de aceites nocivos a tu salud.

Las grasas saludables son una parte esencial de tu alimentación y es crucial para nuestra salud elegir buenas fuentes de grasa para cocinar. No quiero dejarte solamente una perspectiva de la problemática, sino dejarte mejores opciones para preparar tus alimentos; aquí algunas organizadas de mayor a menor en cuanto a su punto de humo (nivel de calentamiento):

  • Aceite aguacate. Puede ser llevado a temperaturas altas y no pierde sus propiedades.

  • Ghee (mantequilla clarificada). Es costosa, pero puedes comprar mantequilla de calidad y prepararla en casa (puedes encontrar videos en Youtube).

  • Aceite de coco. Estable ante altas temperaturas y luego de algunas veces nos acostumbramos al sabor.

  • Aceite de ajonjolí: Buena opción para saltear vegetales. Sabor fuerte.

  • Aceite de oliva. Ideal para consumirlo frío para aderezar. Puede ser utilizado para hacer salteados o para cocer algo rápido como unos huevos.

Frecuentemente se genera mucho debate con el aceite de oliva; que si se puede calentar o no se puede. En cuanto a esto, considera lo siguiente: aunque cuando sobrecalentamos el aceite de oliva éste pierde propiedades (por lo que es más recomendable utilizar aceites más estables para freír, como el de coco) siempre será una mejor opción que utilizar algún aceite vegetal refinado: canola, soya, maíz y girasol.

Aunque esto parezca insignificante, este solo cambio en tu alimentación de elegir mejores grasas para cocinar puede representar mucho para mantener tus marcadores internos de inflamación en niveles controlados, lo que al final está relacionado con todas estas enfermedades crónicas que conocemos: hipertensión, diabetes, cáncer, etc.

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