Comunidad y hábitos

A todos nos llega ese momento en que queremos empezar a hacer algo diferente, iniciar a construir un comportamiento hacia una cosa específica: alimentación, actividad física, algo relacionado al trabajo, dormir mejor, una nueva rutina con tus hijos, ser consistente con la lectura, empezar a meditar, etc. Ahí empezamos a construir ese hábito que al inicio es difícil y nos cuesta mucho; y así debe de ser. Dice Robin Sharma que cuando adoptamos un hábito nuevo, pasamos por tres etapas y todas son importantes: destrucción, confusión e integración. 

Es en esa primera fase de “destrucción” cuando siento el mayor grado de dificultad y resistencia hacia eso nuevo que quiero integrar en mi vida. Una de las cosas que más me ha ayudado a sobrellevar mejor no solo esa etapa, sino todo el proceso, es integrarme a una comunidad de personas que estén persiguiendo un objetivo similar al mío. Lo que he obtenido de hacer ese esfuerzo de buscar esos grupos o comunidades, físicas o virtuales, ha sido: 

  1. Sentirme que no estoy solo. De alguna manera, saber que la resistencia a lo nuevo que estoy experimentando, no sólo me pasa a mí, es reconfortante. Conocer sus trucos o ideas para sobrellevarlo, es un atajo en mi curva de aprendizaje, que me coloca un paso más adelante. 

  2. Colocarme en el intercambio de retroalimentación. Siendo la instalación de éste hábito algo nuevo para mi, a ciencia cierta no sé si lo estoy haciendo de la manera correcta o la manera en que lo hará sostenible en el tiempo. Los que ya han pasado por ahí me pueden aportar ese feedback, para mi mejoría; pero también yo puedo aportarles cosas nuevas que he investigado, quizás hasta gadgets, apps, trucos, videos, etc.; que aunque tengan un tiempo en esto, no hayan tenido la ocasión de integrar.

  3. Sentirme empujado por la inercia de un grupo de personas con metas similares, que ya se mueve. Una cosa es prender mi propio motor a diario, y otra montarme en un motor que ya camina, por lo menos al inicio de mi nuevo objetivo. 

Siempre que se trate de un un ambiente sano, personas que se unen por un espacio de tiempo para perseguir metas de salud y bienestar, se generará no solo comunidad positiva, sino un compromiso hacia ti mismo que te impulsa a ser mejor.

Aunque es ideal cuando esta comunidad tiene varias personas, ya que se enriquece con las diferentes perspectivas de cada una, no tiene que ser así; no está escrito en piedra cuántos deben ser. Hay casos en los que esa comunidad puede significar para ti una sola persona con la que  decides crear una dinámica de apoyarse y darse seguimiento en un objetivo específico. En algunos contextos, esto se le ha llamado tener un “buddy”; dígase un compañero con quien compartir meta y a quién rendirle cuentas cuando quieres tirar la toalla, o celebrar lo que avanzan juntos. 

Otro aspecto a tomar en cuenta es que quizás haya hábitos que prefieras construirlos por ti solo al inicio; y no pasa nada. Aquí influye muchísimo tu personalidad, pues hay mucha gente que funciona muy bien en solitario. Ciertamente el tema de los grupos no es agradable para todos, y tampoco aplica para todo hábito de bienestar que desees instalar en tu vida. Pero vale la pena considerarlo por todos sus beneficios, en alguna etapa de la construcción del mismo. 

En mi caso, diría que he adoptado un modelo híbrido, pues hay cosas en las que funciono muy bien solo, pero hay otras en la que contar con personas que me apoyen, me ha dado un impulso importante.

La invitación es a que pruebes, pues muchas veces podemos creer que vamos mejor solos y no es así; y viceversa. Si no has tenido la oportunidad, elige un comportamiento que quieras fijar en tu vida y prueba rodeándote de personas que estén en esa sintonía. Obsérvate y comprueba si avanzas mejor bajo ese esquema. En mi experiencia, una mayor cantidad de personas avanzan mucho mejor hacia sus objetivos cuando cuentan con una comunidad que los apoya.

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