Relaciones y tu salud

Uno de los aspectos fundamentales cuando decidimos empezar a trabajar nuestra salud y nuestro bienestar es hacernos conscientes del tipo de relaciones que estamos cultivando y tenemos a nuestro alrededor. Se trata de esas personas que forman parte de nuestro círculo íntimo y con las que interactuamos de manera muy frecuente: nuestros padres, pareja, hermanos, hijos y amigos o familiares muy cercanos.

¿Qué tienen que ver mis relaciones con el nivel de salud que experimento? Mucho; y en algunos casos, muchísimo.

Tener relaciones cercanas con personas con las que no estamos conectando de una manera sana, nos roba una cantidad importante de energía (discusiones, comparaciones, expectativas, negatividad, quejas, etc.) y nos causa niveles de estrés que terminan por manifestarse como condiciones físicas y emocionales de impacto para nuestro bienestar. Esto pasa fácilmente desapercibido y el daño se va acumulando poco a poco, hasta que llega ese día que la gota derrama el vaso; afectando incluso otras áreas de vida que son importantes para nosotros. En muchos casos, no conectamos que esa mala vibra que tenemos frecuentemente está ocasionada por una relación no saludable en nuestra vida. 

Para ponerte un ejemplo personal, no fue hasta que pude definir lo que realmente quería en cuanto a mi matrimonio y trabajé junto a mi pareja algunos puntos específicos, que pude experimentar el estado de salud que estaba buscando. Aún cuando en ese momento ya me encontraba alimentándome de manera correcta y realizando actividad física periódica, no lograba sentirme bien.

Somos seres sociales, y ese conjunto de interacciones diarias que tenemos con personas cercanas, definen en gran parte el tipo de persona en que nos vamos convirtiendo a través de los años. Algunas de las cosas a tener en cuenta en ese sentido y que personalmente me ayudan a revisar periódicamente cómo andan mis relaciones, son las siguientes:

  • Inventario de relaciones. Así como las empresas hacen sus inventarios de mercancía, es buena idea cada cierto tiempo sentarme y pensar en cómo están mis relaciones. Cuáles de las personas a mi alrededor están afectando negativamente mis niveles de energía y tomar acción, reconociendo que hay veces en que somos nosotros que debemos revisar comportamientos y no la otra persona. En ocasiones, tomarás la decisión de que hay personas que irán saliendo de tu vida y otras con las que debes administrar mejor el tiempo que pasas con ellas personalmente, vía telefónica o en redes sociales. Y eso está bien.

  • Somos el promedio de las personas más cercanas. Esa gente con la que más comparto, tiene una fuerte influencia en cómo me expreso, actúo y hasta en cómo vivo. Al hacerme consciente de esto, me doy cuenta de que siempre tengo la capacidad de elegir ser diferente.

  • La sinceridad suma. Es muy saludable que en nuestro círculo exista esa persona o personas que nos hablan sin miedo, sin apariencias y sin querer siempre hacernos sentir bien. Esas que hablan del corazón y que nos dicen las cosas como son, sin maquillaje. Si esta persona no está en tu vida, pídele esa sinceridad a quién te sientas en confianza de hacerlo. Esta es la manera de entender y darnos cuenta de lo que estamos proyectando.

  • Respeto ante todo. La raíz de toda relación es reconocer la individualidad del otro y respetarla. Saber que el que una persona tenga una opinión diferente a la nuestra no la hace mi enemiga, por el contrario; sirve como eso que nos puede dar una perspectiva diferente y que podemos necesitar en cualquier momento.

Mantener buenas relaciones es un arte; algo que se va aprendiendo y perfeccionando con el tiempo. Mi invitación para ti es a que saques tiempo, pienses y escribas sobre tus relaciones actuales y qué puedes hacer para que ellas contribuyan a tu bienestar y desarrollo personal.

Si encontraste valor en este artículo, compártelo con alguien a quien pueda servirle y escríbeme a tirso@holistico.do para que me dejes saber tu opinión. ¡Un abrazo!

Anterior
Anterior

¿Contar o entender las calorías?

Siguiente
Siguiente

Comunidad y hábitos