Conveniencia y tu alimentación

Voy a ser muy sincero contigo: las opciones más saludables de comida no tienden a ser las más convenientes; ¡a corto plazo! En este artículo te explico por qué.

Podemos pensar que la comida rápida es más conveniente que comprar comida de verdad y prepararla. Y con comida rápida no solo me estoy refiriendo a esas grandes cadenas de restaurantes, sino a todas esas latas, frascos, fundas, cajas y botellas que compramos en el supermercado.

Si lo que estamos evaluando es conveniencia en un momento determinado, la verdad es que sí, sin duda la “comida rápida” gana el trofeo de la conveniencia. Pero dejemos a un lado, por un momento, nuestro pensamiento cortoplacista y nuestra cultura de gratificación instantánea, y preguntémonos:

  • ¿Estoy diseñado para vivir con ese tipo de combustible?

  • ¿El rendimiento que pido de mi cuerpo es directamente proporcional al combustible que le pongo?

  • ¿Es una posibilidad que mis libras de más se deban a la calidad de lo que estoy comiendo y no tanto a la cantidad?

  • ¿Qué pasará en mi cuerpo al cabo de unos años de “aprovechar esa conveniencia”? ¿Lo podré tener disponible?

  • ¿Cuál será el costo de no tener mi cuerpo disponible? Y con esto me refiero a cosas como:

    • Costo laboral. ¿Tendré que ausentarme cada vez más horas a mi trabajo? ¿Bajar mi rendimiento porque mis niveles de energía no los puedo sostener durante el día?

    • Costo de medicamentos. ¿Tendré que incluir en mi presupuesto para toda la vida un renglón dedicado a medicamentos? ¿Voy a permitir que mi vida dependa de un fármaco para que mi cuerpo funcione?

    • Costo familiar. ¿Estoy disponible para mis hijos? ¿Lo estaré para jugar con mis nietos?

Al responder a estas preguntas de una manera responsable, me pregunto: ¿Vale la pena la conveniencia al momento de tomar mi decisión al momento de comer?

Creo que la comida rápida tiene cabida en nuestra vida. Particularmente la utilizo en cierta medida, y soy consciente del papel que juega; sobre todo en la vida de padres que deben darle de comer a sus 3 hijos y que trabajan gran parte del día. Pero vale la pena recordar que las cosas realmente buenas y que valoramos mucho, suelen costar - no siempre dinero, sino tiempo; cuyo valor resulta difícil de cuantificar.

Mi invitación con este artículo es a que te comprometas con algo en cuanto a tu alimentación. Si ese “algo” para ti en este momento es comer alimentos no procesados dos días a la semana, ya estarás ganando. Estoy seguro que con un poco de planificación, esos do días pueden ser una realidad para ti, y créeme, tu cuerpo te lo va a agradecer.

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