Imaginarme en la tercera edad

Cada día vemos nuevos avances que nos permiten vivir más años que las generaciones anteriores, y me parece una excelente noticia. Por otro lado, a nivel de estética también vemos novedades que nos ayudan a mantenernos viéndonos jóvenes mientras vamos expandiendo esa expectativa de vida de manera exponencial. Y mientras nos ocupamos por durar más y vernos bien en el intento, ¿nos ocupamos de igual manera de cuestionar la calidad de esos años adicionales?

En términos de longevidad, me resulta más importante la calidad que la cantidad. Si bien avances en la ciencia me pueden permitir muchas cosas, para que ese extra ganado haya valido la pena, debo asegurarme de que sea en salud. Y si bien tendré un físico en buen estado aún cuente con muchos años, debe importarme de igual manera estar bien por dentro.

No se tratará de cosas que haga un par de días, o de manera esporádica. Ese estado será el resultado de lo que me encargue de hacer reiteradamente, día tras día, por años, pues es en esa construcción diaria de mi bienestar integral que recibiré como “efecto secundario” esa buena salud que aparenta ser inalcanzable.

Tenemos la idea preconcebida de que entrar en edad es sinónimo de enfermedad, y me he propuesto personalmente desmontar tal mito. Efectivamente perderemos facultades, pero en la medida en la que cuidemos nuestro cuerpo y mente de manera preventiva en nuestra juventud y edad adulta, las limitaciones en la vejez serán menores. Nadie nos lo dijo, pero ahora que lo sabemos, ¿qué haremos? Podemos continuar aceptando la pérdida de memoria, los dolores, la falta de movilidad y de energía a la vejez, o mirar objetivamente qué venimos haciendo (o dejando de hacer) por años que ha contribuido a esa dolencia. Y ahora que tenemos identificados esos hábitos que no nos han favorecido, puedo decirte que sea cual sea tu edad o situación, puedes ir cambiando lo que te deparan tus últimos años si empiezas HOY a sumar hábitos positivos a tu diario vivir.

Proyéctate a 10-15-20 años y renuncia a esa aceptación pasiva de que estarás desvalido y enfermo. Busca ejemplos, pues abundan los casos de personas que no están en sobrepeso, no tienen las usuales enfermedades relacionadas a la edad, se valen por sí mismos a sus tantos años, y son capaces de disfrutar de sus hijos, nietos, bisnietos, sin el clásico panorama. La tercera edad es una etapa maravillosa donde nuestras responsabilidades disminuyen mientras nuestra mente está llena de la sabiduría acumulada con los años. Sería una pena ver esa combinación de oro confinada a una cama con infinitas limitantes y muchos arrepentimientos. Yo escojo imaginarme en esa etapa aportando a las vidas de los demás, permitiéndome disfrutar de mi familia y los años que me queden por delante. ¿Te atreves a imaginar la tuya?

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