No esperes la vacuna

Estamos viviendo tiempos confusos. Recibimos noticias de muchas fuentes de información y se hace difícil llegar a la verdad, pues entre tanta gente hablando sobre el virus (doctores, políticos, medios, redes, etc.) es todo un reto discernir cuál es la verdad. 

Independientemente de si estás o no de acuerdo con las medidas que ya todos conocemos para protegernos del virus y evitar que se propague (lavarse las manos, usar mascarillas y distanciamiento físico), tiene su importancia que todos las escuchemos repetidas veces; incluso para respetar a los demás, como es el hecho de usar mascarilla en lugares donde hay más personas. Sin embargo, hay cosas de las cuales las autoridades de la salud a nivel local y mundial no nos están hablando: ¿Cómo puedo preparar mi cuerpo para que, en caso de un posible contagio (al que todos estamos expuestos), el virus no encuentre un cómodo hotel donde alojarse?

Definitivamente, la respuesta a esta pregunta está compuesta por cosas que todos sabemos, pero quizás pocos están haciendo con la consistencia que amerita la situación. Es decir, que a modo general, conocemos que está en nuestras manos construir la salud hoy que haga que el contagio de mañana no nos sea de tanto detrimento (o, incluso, peligro). Sin embargo, puedo observar que la tendencia se inclina más hacia el comentario que día tras día escucho cada vez más: “Esto se resolverá cuando salga la vacuna”. Creo que hay mucha confusión al respecto, y las expectativas están altas.

No podemos dejar que la desesperación por volver a una “normalidad” nuble nuestro proceder. Hay que esperar a que se tenga una vacuna que sea realmente confiable, pero la realidad es que no sabemos cuándo eso será posible.

Así como las recomendaciones para evitar el contagio son importantes, también lo es reconocer que no son garantías y que hay mucho que podemos hacer para tener nuestro cuerpo en el mejor estado posible para enfrentar un posible contagio. Aquí volvemos a lo que ya sabemos: las condiciones de salud como hipertensión, diabetes y obesidad son factores que no juegan a nuestro favor en caso de contraer el virus. Pero más importante que esto: son condiciones que van a afectar tu calidad de vida hoy o mañana, con o sin COVID; y todas tienen algo en común: son condiciones de estilo de vida.

Esto es una buena noticia, porque quiere decir que depende de ti cambiar la suerte que puedas tener. En mi opinión, este es uno de los mayores aprendizajes de la pandemia: hacernos conscientes de la forma en que estamos viviendo: ¿Qué realmente es más importante que mi salud? ¿Qué estoy priorizando en mi vida?

Mi invitación es a que hagamos consciencia de que esa vacuna podemos ser cada uno de nosotros. Lo hábitos que tengamos en cuanto a nuestra salud siempre son importantes, pero en estos momentos me parece fundamental volverlos una prioridad en nuestra vida:

  • Respirar. Tomarnos algunos momentos del día para respirar profundamente. Entre 10-15 respiraciones bien profundas, desde el diafragma.

  • Mantenernos hidratados. Beber de 6-8 vasos de agua al día.

  • Dormir bien. Nos enfocamos en la alarma para despertar; pero resulta más importante aún utilizarla para fijar la hora de irnos a la cama.

  • Tomar sol. 15 ó 20 minutos al día será suficiente para lograr buenos niveles de vitamina D.

  • Movernos. No tiene que ser en el gimnasio o lugar especializado. Si puedes; bien! Si no, salir a caminar por tu casa o hacer una rutina de YouTube te dará los beneficios.

  • Consumir la mayor cantidad que podamos de alimentos no procesados. Preferir siempre esos alimentos que no vienen en empaques ni en cajas de colores.

Te aseguro que poniendo una mayor atención a estos puntos, tienes una buena receta para fabricar tu versión de esa vacuna que tan desesperadamente estamos esperando. Y como un bono, cuando finalmente salgamos del COVID, habrás creado hábitos positivos que suman a tu vida y a tu bienestar.

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