No lo tomes personal

Uno de los primeros libros que leí cuando empecé a interesarme en los temas de desarrollo personal fue Los Cuatro Acuerdos, de Don Miguel Ruiz. Es un libro que recomiendo muchísimo. Nos habla sobre cuatro compromisos que podemos hacer con nosotros mismos para ir transformando nuestro nivel de consciencia y, consecuentemente,  nuestra vida. Este libro nos conecta con la verdadera esencia del Ser y nos permite explorar la dimensión espiritual. De los cuatro, el acuerdo que más me ha retado es “No te tomes nada personalmente”.

Es muy interesante observar cómo, aunque pensemos lo contrario, nos afecta la opinión que tienen los demás de nosotros y de las cosas que hacemos. Nos sentimos juzgados personalmente cuando alguien nos dice que estamos muy gordo, o muy flaco; o nos tocan bocina al manejar y nos salimos de control; cuando una diferencia de posición frente a un tema nos parece un ataque; o cuando una disparidad en cómo tú y tu pareja manejan una situación se vuelve una ofensa; cuando la falta de la retroalimentación deseada tras un trabajo al que le dedicamos tiempo, nos incomoda; o cuando una foto en las redes de un evento al que no fuimos invitados nos hace sentir marginados. Todas estas, y muchas más, son situaciones en las que podemos tomarnos las cosas de manera personal, llevándonos a no reaccionar de la mejor manera. Hay dos aspectos muy importantes en cuanto a este comportamiento:

  • Toda la información que percibimos y emitimos los seres humanos, es filtrada por el sistema de creencias y programaciones que nos han inculcado desde que nacimos. De acuerdo a éstos creamos nuestra "realidad"; y resulta que todos tenemos un sistema diferente instalado. Por esto, podemos intuir que la realidad que percibe cada quien (incluyéndonos a nosotros) es relativa; es solo un reflejo distorsionado que va de acuerdo a la información que hemos almacenado en nuestro ámbito individual a través del tiempo. 

  • Ahora bien, ¿qué parte de nosotros es la que tiende a tomarse las cosas de manera personal? Nuestro ego. Este siempre piensa que los demás deben tomarnos en consideración; y la realidad es que está en nosotros la perspectiva de ser víctima de una circunstancia, o ser responsables de atravesarla con el fin en mente de nuestro propio bienestar, no de defendernos. 

Tener presente estos dos puntos es muy liberador, ya que nos conecta con dos puntos:

  1. El hecho de que las personas no tienen en su agenda hacernos daño -al menos la mayoría.

  2. Nadie tiene poder sobre nosotros; sino que de acuerdo a “la realidad” que cada quien percibe, interpreta y ejecuta una reacción. Y todos podemos decidir cuál es la reacción que queremos tener.

Cuando te sientas juzgado o atacado, recuerda que no necesariamente tiene que ver contigo, sino con lo que esa persona quiere y necesita de acuerdo a sus creencias y programaciones. En ese momento, en vez de tener una reacción negativa, busca la empatía con esa persona; pues al final creo que todos preferimos ser felices que tener la razón.

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