No tengo tiempo

Solo cuando escuché por primera vez el concepto de que todos tenemos las mismas 24 horas, fue que conecté con que “no tengo tiempo” es el nuevo “no es una prioridad en mi vida”. Esta era una de mis frases favoritas, y me tomó tiempo comprender que en realidad era una salida fácil para quedar bien conmigo y con los demás; una especie de frase segura cuando realmente no quería hacer algo o mis prioridades no estaban claramente definidas.

Si eres usuario asiduo de esa frase como era yo, seguro piensas que no es tu caso; que realmente estás muy ocupado y cuando lo dices es porque en verdad no tienes tiempo para algo. Y es que este concepto es muy relativo: cuando vas a la universidad y no trabajas, no te da el tiempo para unas cosas; cuando estudias y empiezas a trabajar, resulta que no tienes tiempo para otras; cuando te casas aparecen otras, y cuando llegan los hijos pues te preguntas qué hacías en ese tiempo que ahora usas para ellos. En todos los casos, eran las mismas 24 horas. Tus prioridades cambiaron, y el tiempo lo distribuiste según éstas.

La realidad es que “todo queda lejos para el que no quiere ir” - ¿qué pasaría si, desde el amor y la sinceridad, simplemente expresamos claramente que no haremos algo? Plantear la causa real de declinar nos evita montarnos en un círculo de mentiras piadosas que a veces se hace difícil sostener. Asimismo, nos quita el recordatorio de tener que dar una excusa cuando vuelvan a preguntarnos, por si ya tenemos el tiempo disponible.

La claridad en la comunicación robustece las relaciones. Con la adecuada dosis de asertividad y honestidad, sin necesidad de ofensas ni señalamientos, podemos decir que no queremos en este momento ir, hacer, tener, comprar, resolver tal o cual cosa. Al final, todos admiramos a esas personas que siempre nos hablan claro, que nos dicen lo que realmente están pensando. Podemos cultivar esa cualidad en nosotros mismos! Para eso que realmente queremos hacer siempre va a aparecer el tiempo. Y claro, ese tiempo tiene un precio: tiempo que podríamos estar dedicándole a otra cosa.

Aquí entra la importancia de definir cuáles son nuestras prioridades en la vida. Cuando estas no están claras, podemos estar robando tiempo a esas cosas que sí son importantes para nosotros y más aún, que queremos sean parte de nuestra vida.

Mi invitación es a revisar esos momentos en los que decimos “no tengo tiempo”. La verdad es que sí lo tenemos; miremos a profundidad si lo que no tenemos es el deseo necesario de hacerlo, la decisión del precio que voy a pagar al elegir hacerlo o no le hemos dado la prioridad que merece.

Si encontraste valor en este artículo, compártelo con alguien a quien pueda servirle y escríbeme a tirso@holistico.do para que me dejes saber tu opinión. ¡Un abrazo!

Anterior
Anterior

¿Objetivos de nuevo año? Primero prueba esto

Siguiente
Siguiente

Reenfocar tu dimensión profesional es posible