¿Quién Soy?
Esta tiene que estar en el top de las preguntas más interesantes e importantes que podemos hacernos (en mi opinión, está en el primer lugar).
De la respuesta a esta pregunta generalmente se desprenden descubrimientos que nos llevan a valorar nuestra vida desde una perspectiva diferente y nos motivan a empezar a ser más intencionales sobre los caminos que decidimos recorrer.
Sin embargo, llegar a una respuesta que haga sentido para mí no es tarea fácil, pues deberé enfrentarme a mí mismo, mis miedos, mis ideales, mis creencias y a la identidad que he construido por años.
Cuando nos sentamos a darle mente y reflexionar sobre esta pregunta, nos damos cuenta de que: No soy mi nombre, no soy el hijo de, no soy el esposo de, ni el padre de, ni el gerente de, ni el dueño de. Y simplemente no soy esas cosas porque si una de ellas faltara, entonces dejaría de ser; y esto, no es verdad.
Quién en realidad soy no tiene nada que ver con una identidad social ni con los roles que he ido asumiendo durante el curso de mi vida.
No pretendo decirte cómo debes contestar a esta pregunta. Cada uno de nosotros debemos construir nuestra propia definición e incluso esta se va a ir adaptando según vayamos avanzando en la vida. Lo que sí quiero compartirte son algunas razones por las que pienso que todo ser humano debería trabajar en llegar a una respuesta a la pregunta ¿Quién soy?:
Profundizar acerca de quién eres te acerca más a ti. Muchas veces nos enfocamos mucho en sostener buenas relaciones con las personas a nuestro alrededor: pareja, familiares, amigos, hijos. Pero la verdad es que mientras no estemos conectando con nosotros mismos, mientras no conozcamos cuáles son las cosas que nos mueven en la vida, va a ser muy difícil conectar no solo con los demás, sino también con nuestras áreas importantes de vida, como nuestro trabajo, por ejemplo. ¿Qué me gusta? ¿Qué disfruto? ¿Qué espero de la vida? ¿Cuáles son mis valores? ¿Qué necesito?
Conocer qué caminos quieres tomar en la vida. En lo personal, yo duré muchos años de mi vida haciendo lo que “había que hacer”, persiguiendo los trofeos usuales: ir a la universidad, conseguir el trabajo perfecto, tener pareja, buen vehículo, comprar el apartamento, casarme, vacaciones lujosas, tener los hijos, etc. Iba haciendo check a esa lista de lo que “se esperaba de mí” sin hacerle caso a lo que realmente tenía valor para mí. Y aunque conseguí muchas cosas buenas, me di cuenta que no quería que mi vida se tratara de eso y empecé de a poco a tomar decisiones acordes a mis valores y a lo que YO quería.
Esto que no quiere decir que todo ha sido cielo azul y unicornios, pero hoy mis éxitos y mis fracasos son bajo mis propios términos porque ya sé lo que quiero en la vida, lo que tiene valor para mí. Y aunque parezca simple, la clave para lograr esto fue simplemente sentarme con papel y lápiz a contestar la pregunta ¿Quién quiero ser?, y a definir las razones claras por las que quería vivir y a empezar a remar en ese sentido.
Cuando descubres un propósito, un para qué que haga sentido para ti, te llenas de vida, de fuerza, de ganas; y las cosas fluyen de maneras que no conocías.
Adentrarme en mi identidad me permite identificar qué puedo dar a los demás. “Somos más felices cuando hacemos más felices a las personas que amamos”. Esto es algo que de inicio puede sonarte extraño -a mi me parecían palabras bonitas solamente- pero te invito a que lo pruebes y que valides si es cierto para ti. Este punto es el que da todo el sentido y la importancia de contestar a la pregunta ¿Quién soy?, pues si solo lo hago pensando en mí, puedo terminar conociéndome muy bien; pero lo que te lleva a conectar con un próximo nivel de consciencia, es poder poner tus dones al servicio de otras personas, a través de eso a lo que te dedicas, de alguna actividad en particular o simplemente de la forma en que te empiezas a relacionar con tus seres queridos y con todas las personas a tu alrededor.
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