Reflexión de días grises

Soy suficiente. Tengo suficiente.

Cuando logro estar seguro de esas dos cosas, mi perspectiva de vida cambia completamente. Y digo “estar seguro” porque requiere un trabajo de mi parte; agotar el proceso de asimilar que esas dos cosas son HOY una realidad, y quizás lo han sido por mucho tiempo.

En mi caso particular, cuando pienso en “soy suficiente y tengo suficiente”, la emoción con la que conecto es paz. Mucha paz, y muchas ganas de empezar a disfrutar las cosas simples de la vida. Bajarme del tren y sentarme en un banco a ver con calma un atardecer. ¡Qué suave se siente la vida así!

Y pensar que vivimos corriendo. Deseando. Necesitando. Sin pararnos a ver que lo esencial y lo importante tiene ya mucho tiempo frente a nosotros.

No todos los días vamos a estar de buenas ni vamos a sentirnos bien. Reconozco que por sencillo que se vea, me ha costado entenderlo y aceptarlo sin sentirme culpable. Esa culpa que entra cuando pienso que pude haber hecho algo para evitarlo; que pude haberlo hecho mejor.

El haberme enfocado estos últimos años en construir hábitos de Bienestar que me apoyen (comer mejor, ejercitarme, tener una práctica de meditación y agradecimiento, dormir bien, escribir, leer, consumir contenidos de valor, etc.), no es un seguro para evitar esos días en que siento que las cosas no van como quisiera. Más bien, son mecanismos que ayudan muchísimo a sobrellevarlos y suavizar un poco el efecto que tienen en nosotros.

Esos días siguen apareciendo en mi vida; días en que pareciera que hasta pararme de la cama se hace mucho más difícil que nunca. Y claro, vienen los cuestionamientos: ¿Soy suficiente? ¿Estoy haciendo lo suficiente?

He decidido que en esos momentos voy a seguir adelante. Voy a nadar contra la corriente y seguir con mis rituales usuales. Poner mi mejor esfuerzo; aún en la incomodidad, aún incluso sin encontrar sentido en hacer esas cosas que he ido construyendo.

No siempre lo logro. No siempre puedo. Y estoy haciendo las paces con eso.

Estoy en el proceso de navegar esos días grises en el barco de la aceptación profunda y consciente, y he empezado a notar que así de cierto como es que esos días van a seguir llegando, también es cierto que van siendo los menos en mi vida. Y que cuando me toca enfrentarlos, me va mucho mejor si lo hago desde una aceptación genuina (que no es rendición); pues puedo encontrar paz. Puedo darme cuenta, aunque sea por solo unos instantes, que esa paz no depende de lo que está pasando ese día.

De esto se trata un poco la vida; de surfear esas olas y de saber que en algún momento vamos a caer. Incluso vamos a beber un poco de agua; en ocasiones mucha. Pero si nos mantenemos cerca de nuestra tabla de surf (hábitos que suman) volveremos a sentir la felicidad de tomar una buena ola. Y ese momento hace que todo vuelva a valer la pena y que volvamos a sentir que somos suficientes y que no necesitamos más.

Si encontraste valor en este artículo, compártelo con alguien a quien pueda servirle y escríbeme a tirso@holistico.do para que me dejes saber tu opinión. ¡Un abrazo!

Anterior
Anterior

Moderación y alimentación

Siguiente
Siguiente

Desconectarse para conectar